miércoles, 15 de septiembre de 2010

LOS CORISTAS


Su director, Christophe Barratier, lo confirma: "Me inspira la forma inglesa-americana de contar historias, por ejemplo, La Sociedad de los Poetas Muertos... Me siento muy tocado por la forma en que pueden alternar la comedia con cuestiones más conmovedoras" (Cineismo).

Todo comienza con un flashback: dos amigos de la infancia se reencuentran después de años. Uno de ellos le muestra al otro el diario escrito en 1949 por un tal Mathieu, preceptor de la escuela a la que iban cuando pequeños. Y es, justamente, la voz de aquel preceptor el hilo conductor de la trama.

Nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera (premio que finalmente se llevó Mar Adentro) y por Mejor Canción Original, por Look to your path (Vois sour Ton Chemin), el filme narra una atemporal historia de la infancia.

Los Coristas está basada en un hecho real ocurrido inmediatamente después de la II Guerra Mundial, en que un maestro se empeña en crear un coro en un internado para niños abandonados o con problemas de conducta. Y debe lidiar con 65 niños, de entre 8 y 13 años, entre la desesperación y el esfuerzo sincero. Los tiernos secretos y las situaciones cómicas le suceden a este grupo de niños con mala fama e indisciplinados, que luchan por salir adelante en un mundo autoritario de reglas, transgresiones y castigos.

El desarrollo del filme es muy fluido, con convicción y muchísima emotividad; la fotografía es buenísima y la banda sonora increíble. Eso sí: en las actuaciones se lucen mucho más los niños que los adultos. Se equilibran momentos dramáticos con situaciones de comedia, y los extremos en los que se mueve el conflicto se llevan el mayor peso del filme.

Según los entendidos, esta película se aleja totalmente del tono pretencioso que caracteriza a un buen número de producciones francesas, conservando así la sencillez argumental, que se mezcla con una profunda descripción de los personajes.

Escapando de la cruda realidad

Y a pesar de que no se traspasan las paredes del internado, el filme logra ubicar con gran precisión el contexto social de la escasez y las penurias económicas de la guerra (1949).

Clément Mathieu (Gérard Jugnot) es un profesor de música desempleado, que ha sido contratado como preceptor vigilante en un instituto correccional de menores, donde a través de ineficaces y represivas políticas, su director Rachin (Francois Berléand) intenta con dificultad mantener disciplinados a estos "alumnos problema".

A Mathieu lo sorprende la cruda realidad de la rutina del colegio, y los métodos utilizados por el director en su intento de imponer disciplina, a su vez que esto despierta en él mucho desconcierto y compasión por los chicos.

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