La obsesión por la imagen, el estímulo a la individualidad, la proliferación de blogs, redes y realities dan cuenta de un fenómeno de estos tiempos: el culto a un modo de vida narcisista. No es mera vanidad. Es un fenómeno social amplio, que atraviesa toda nuestra cultura y da forma a nuevos modos de trabajar, amar, estar en el mundo. Porque ya no nos rigen ni el temor al castigo ni la devoción por el cumplimiento del deber: para bien o para mal, estamos regidos por el culto al cuerpo, la autorreferencia, la fascinación por el éxito individual. Nos convertimos en una cultura que, cada vez más fuerte, exclama: "Yo, yo... y yo".
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